Lo peor es que era verdad. Era verdad entonces. Yo lo creía, y quise seguir creyéndolo aún cuando esto se desmoronaba.
Yo salí por la puerta, con el sol atravesando las cortinas esa tarde de abril, con el polvo levantándose conforme bajaba las escaleras y pensaba, y todo me daba vuelta, y me preguntaba por qué, por qué debía ser yo la que te rompiera el corazón; porque no podía. Quería volverme y llorar y decirte que lo sentía.
Pero seguí caminando, el crepúsculo era hermoso, el aire se sentía ligero y el viento que soplaba era cálido, liviano, casi sonreía. Y sin embargo, yo te dejaba atrás, mi amor.
Algo mareada, y triste, triste porque hacía mucho que te besaba y ya no te amaba y porque sabía que iba a extrañar tenerte, pero sobre todo, iba a extrañar quererte.
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