10.3.13
Leer los clásicos
¿Qué es un clásico?
De forma un tanto restrictiva podemos afirmar que un clásico es “el autor o la obra que se tiene como modelo a imitar”.
Hoy en día, podemos ir un poco más allá:
"…generalmente hablamos de clásico cuando nos queremos referir a obras que ostentan valores tanto éticos como estéticos que trascienden su propia época y que, por ende, tienen un carácter paradigmático".
Italo Calvino establece algunas buenas razones de por qué leer a los clásicos:
- Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.
- Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera. Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura.
- Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.
- Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado
- Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima.
- Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.
- Un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lee aquél, reconoce en seguida su lugar en la genealogía.
- Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.
- Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.
Leer a los clásicos nos ayuda a entender mejor el mundo en el que vivimos, la naturaleza humana con sus miserias y heroicidades, las tradiciones sobre las que descansa nuestra cultura y nos enseña a discernir un buen producto de una mera copia, o como dicen ahora, intertextualidad.
Permítanme que añada algunas razones para leer a los clásicos:
• Para descubrir que, en temas de violencia, ni la literatura del s. XX ni los videojuegos han inventado nada. Probad a leer "Las bacantes", de Eurípides. Como dice mi amigo Daniel Caballero, "no hay más sangre en ningún videojuego"
• Porque las sagas (pseudo) fantásticas, tan populares en los últimos tiempos, están inventadas desde la los tiempos de Gracia y Roma y alcanzaron gran popularidad en la Edad Media: Ilíada, Odisea, Eneida, Ciclo artúrico. ¿Les suenan los "Caballeros de la tabla redonda"?
• Las tramas más habituales están descritas y utilizadas ya desde la literatura tradicional: el héroe abandonado a su suerte, la heroína inmaculada, el poder corrupto, las casualidades afortunadas, los sucesos fantásticos, las motivaciones de venganza o las aventuras que se emprenden por amor, fidelidad, justicia… No estamos inventando nada; solo reescribiendo.
¿Han leído algo de Shakespeare (El Rey León no es más que una adaptación más de Hamlet) o de Lope de Vega o Calderón de la Barca?
• La novela histórica ya se practicaba desde los cantares de gesta. La canción de Roldán, El cantar de Mío Cid… y la literatura del siglo XIX se encargó prolijamente de este género. Lean "La forma clásica de la novela histórica" de Georg Lukacs.
Dice Pedro Godoy en "Cavilaciones y mortificaciones de un atribulado lector", artículo de Cinco miradas sobre la novela histórica, Madrid, Ediciones Evohé, 2009:
"la proliferación de títulos de pseudo-historia llenos de misterios, intrigas y conspiraciones sin cuento… contribuyen a devaluar un género que, por otro lado, cuenta con espléndidas obras maestras.
El “sufrido” lector se encuentra con el “mamotreto”, es decir, una novela en la que priman los espesos datos históricos sobre la buena literatura, o con la diversa calidad de los historiadores metidos a “novelistas históricos” con mayor o menor fortuna.
• Porque los antihéroes ya están retratados adecuadamente desde tiempos de la novela picaresca; El Lárazillo de Tormes y El Buscón abrieron el camino.
• Las crónicas de viajes y descubrimientos ya comenzaron a dejar obras maestras hace muchos siglos (las crónicas de indias, los descubridores, los relatos del colonialismo), pero no me negarán que Julio Verne le dio un empujón definitivo al género.
• Porque el lenguaje de muchos escritores modernos es tan desagradablemente vulgar que mçás que contribuir a la literatura lo hacen a la degradación del idioma que usan…:
“El Quijote” tiene un total de 378.591 palabras, de las que 22.800 están dichas una sola vez, extremo que nos viene a demostrar la amplia cultura de nuestro genial Cervantes. Por si no lo saben, les diré que el término medio de palabras de una persona activa de nivel medio es de unas 2000 palabras y se entiende en su ámbito familiar y de amigos con unas 300.
Cervantes y el vocabulario.
En todo caso, a modo de resumen, les presento a Vladimir Propp, no el único pero acaso el más importante investigador sobre la morfología del cuento y sobre las raíces históricas del cuento.
Propp analizó los componentes básicos de los relatos tradicionales hasta extraer sus elementos narrativos fundamentales: treinta y una acciones y los seis tipos de personajes proporcionan un sistema de coordenadas (unas 150 combinaciones) que permiten clasificar y describir cualquier cuento:
1. Uno de los miembros de la familia se aleja de casa; pueden ser los padres y este alejamiento puede ser reforzado al presentarlo como muerte; pueden ser los miembros de la generación joven.
2. Recae sobre el protagonista una prohibición.
3. Se transgrede la prohibición.
4. El agresor intenta obtener noticias por medio de un interrogatorio.
5. El agresor recibe información sobre su víctima.
6. El agresor intenta engañar a su víctima para apoderarse de ella o de sus bienes.
7. La víctima se deja engañar o convencer, ayudando (voluntaria o involuntariamente) así al agresor.
8. Fechoría o carencia: El agresor daña o causa perjuicios a uno de los miembros de la familia. Alguno de los miembros de la familia carece de algo o desea obtenerlo.
9. Se divulga la noticia: el héroe debe actuar.
10. El héroe acepta involucrarse.
11. El héroe parte.
12. El héroe sufre una prueba que introduce al donante (de un objeto mágico, por lo general).
13. El héroe reacciona a la prueba.
14. El héroe obtiene el objeto mágico.
15. El héroe llega al lugar que buscaba.
16. Combate entre el héroe y el agresor.
17. El héroe recibe una marca.
18. El agresor es vencido.
19. Se repara la fechoría o se colma la carencia.
20. El héroe regresa.
21. El héroe es perseguido.
22. El héroe recibe ayuda.
23. El héroe llega de incógnito a un lugar.
24. Un usurpador reivindica para sí un bien.
25. Se propone al héroe una tarea difícil.
26. La tarea es realizada.
27. El héroe es reconocido.
28. El usurpador es desenmascarado.
29. El héroe recibe una nueva apariencia.
30. Se castiga al agresor o al usurpador.
31. El héroe se casa y asciende al trono.
Jan de Vries dio una vuelta de tuerca al tema y estableció 10 elementos básicos con algunas variantes:
1. Concepción del héroe:
a) Su madre o bien es una virgen o bien una mujer casada que tiene relaciones extramatrimoniales.
b) El padre puede ser un dios.
c) El padre puede ser un animal; en este caso sería un dios bajo forma de un animal.
d) Otro caso sería el incesto.
2. Nacimiento del héroe:
a) Tiene características extraordinarias
b) A veces es por cesárea, así es un nonato.
3. Amenazas al héroe en su infancia:
a) El héroe es expuesto para evitar una profecía o la vergüenza pública.
b) El niño expósito es alimentado por animales
c) o recogido por un pastor, un pescador o un jardinero
d) o criado por un ser mitológico como un centauro, por ejemplo.
4. Crianza:
a) Muestra su fuerza en edad temprana.
b) Su desarrollo es lento, indica cierto retraso.
5. Obtiene invulnerabilidad.
6. Hechos heroicos: Lucha con un dragón u otro monstruo en su madriguera (cueva, fondo de un lago, bosque, etc.). Para hacer esto entra en un entorno que representa el caos.
7. Gana a una doncella después de haber pasado una aventura peligrosa.
8. Viaja al infierno (en el sentido latino de la palabra).
9. Expulsado de su país. Regresa victorioso; a veces se ve obligado a volver a salir de su país.
10. Muere joven.
Y ahora díganme si este esquema no les suena de algo. A casi cualquier cosa que hayan leído o visto en el cine.
Termino de nuevo con Calvino:
Si alguien objeta que no vale la pena tanto esfuerzo, citaré a Cioran (que no es un clásico, al menos de momento, sino un pensador contemporáneo :
«Mientras le preparaban la cicuta, Sócrates aprendía un aria para flauta.
- "¿De qué te va a servir?", le preguntaron.
- "Para saberla antes de morir"».
Si se les ocurre alguna otra razón, será bienvenida.
Lean (también) a los clásicos. Buena singladura.
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No dejen de leer "El héroe en los relatos folklóricos: patrones biográficos, leyes narrativas e interpretación", de Juan José Prat Ferrer, publicado en la Revista de Folklore.
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