Conocía perfectamente ese momento de la tarde en que la luz y la
sombra se contraponen de tal suerte en tan absoluto equilibrio que, neutralizándose mutuamente
la extinción del día y el paréntesis vital de la noche, queda la mente en la más libre holgura. Es
entonces cuando el dolor que supone la vida se adelgaza hasta el mínimo de sus dimensiones. No
temía Tess a las sombras; su único anhelo consistía en verse lejos de la humanidad, o, por mejor
decir, de ese frío conglomerado que se llama mundo, y que, tan terrible en conjunto, resulta tan
insignificante y mezquino si se le descompone en sus unidades.
- Tess la de los D'Urberville, Thomas Hardy.