Las 9 de la noche, "buen hora", diría mi madre.
Ando aquí en el DF, moviéndome entre chilangos y todavía sintiéndome extranjera
No sé, hace un año (¿neta hace ya un año?) deseaba con todas mis fuerzas venir al DF y vivir yo sola. Me imaginaba que sería divertido, que yo sería dueña de mi tiempo, que iría al gym y comería saludable y tendría un cuerpazo, no sé..iba a ser feliz. Me desesperaba todo, me desesperaba estar en mi casa.
Me acuerdo de eso y me da risa, pero también me pueden las ganas de llorar. Casi casi hoy lloro mientras voy al súper, la soledad me estaba ganando. Extraño a mis padres, a mi abuela, incluso a mi hermano, aunque ya nos veíamos poco por que cada quién andaba en su rollo.
Me desesperaba que no me dejarán salir, hacer y deshacer a mi antojo. Estaba siempre en mi cuarto, no había de otra. Si quería ir al cine, a la plaza, al antro....tenía que pedir permiso y a ver si me lo daban.
Nunca estar muy tarde fuera. Comer cantidades enormes que me hacían gorda. Estar siempre enojada o triste. Ya hasta se me está pasando la melancolía con la que inicie el post.
El caso es que aqui tampoco es muy diferente. Todo el día en la escuela, cuando llego ya son las 6 y no hay nadie cerca con quien salir. Ir sólo por esta gran ciudad me asusta.
Así que no es la utopía que pensaba cuando llegué. Tiene sus pros y sus ratos divertidos y otros muy tristes, cuando estoy sola. Como hoy.
Lo que extraño más es tal vez el olor de la ropa de mi madre, cuando la abrazo. Entre perfume, tráfico y trabajo, nunca comida...ella no cocina. Un olor a oficina y amor, no sé. Eso es lo que más me hace falta.